Capítulo 4




El Atlantis Paradise Island Resort fue el hotel escogido por Caleb y Ash para hospedar a sus invitados y familiares. Marisa, Anie y yo compartiríamos la Royal Suite, ubicada en el Royal Tower Deluxe, una impresionante suite que contaba con tres habitaciones, sala de estar y un gran balcón con la impresionante vista del Océano Atlántico. Estuve embobada con las vistas por un buen rato hasta que Anie me arrastró a lo que sería mi habitación los próximos tres días. Una cama king de lujo, un amplio vestidor, una gran ducha con rociadores walk-in y una gigante bañera de hidromasaje, estaban a mi total disposición. Era impresionante. La suite medía más que toda mi casa, contando ambas plantas.

—Caleb sí que debe nadar en billetes de cien. —murmuré entre dientes. Anie soltó una risita y salió de la habitación para ir quién sabe a dónde.

 Me acosté en el enorme y mullido colchón, cubierto con sábanas de suave algodón y fragante olor a flores, y muy pronto me quedé dormida. Era imposible no hacerlo después de pasar diez horas en un avión para luego ser torturada en un salón de belleza, no sin antes ser arrastrada a cuanta tienda de ropa quisieron entrar el cuarteto de locas. 

—Claire, despierta —susurró la dulce voz de Ash, pero no quería abandonar aquel cálido lugar al que me había empujado mi sueño—. Claire, tienes que vestirte para la cita con Nathan.

—Mejor no voy. —murmuré, aferrándome a la almohada.

—Claro que irás. No vas a dejar plantado al primo de Caleb. —insistió.

—Él es un chico grande, entenderá. —resoplé.

—Ah, no. Vamos, levántate y ve a lucir los adorables atributos que te concedió el creador —me reí. Nunca había escuchado a mi prima decir tantas tonterías juntas—. Bien, al menos estás despierta ahora.

Me levanté de la cama y vi a un costado un vestido azul que no tenía la tela suficiente para cubrir mis pechos. Era demasiado… atrevido para mi recién estrenada imagen. ¿Cómo iba a ponerme ese guante?

—¿Será una cita o mi estreno como prostituta? —repliqué.

—Dios, Claire. No exageres. Usé uno parecido en mi fiesta de compromiso.

—¿En serio? Ese modelo dice zorra por todas partes. —Ash giró los ojos y negó con la cabeza.

—Ve, póntelo y luego me dices qué tan zorra te ves.

—¿No tienes algo de la boda pendiente? No sé, escoger las flores o probar el sabor del pastel.

—No, Claire. Agarra ese vestido y date prisa que Nathan llegará a las siete.

—¡Pero son las cinco! —dije al ver la hora en mi teléfono. 

—Duh, falta maquillarte y peinarte, tonta. —respondió como si fuera obvio. Suspiré hondo y conté hasta veinte. Era eso o gritarle.

Me metí en el baño, me quité el vestido veraniego y me di cuenta de algo: mi ropa interior era horrible. El brasier no combinaba con las bragas, que para colmo tenían dibujado un osito delante.

¿Pero qué mierda importa eso? No voy a tener sexo con Nathan esta noche. Solo iré con él a cenar y volveré a mi suite. Fin. ¿Y si no? ¿Y si él me invita a su habitación y entonces…?

—Estás poseída, Claire. Alguien como él nunca querría ir más lejos contigo. —me reprendí.

—Déjame verte. —gritó Ash desde la puerta.

—¡No estoy lista aún!

—¿Qué te toma tanto?

—Dios, Ashlee. No llevo aquí ni diez minutos. —Tomé el vestido de gasa que había dejado en un sillón del baño y lo metí por encima de mi cabeza. Sorprendentemente, entró con facilidad y se amoldó a mi silueta. Me miré al espejo con admiración, dándome cuenta de que no era tan vulgar como pensé. Llegaba hasta más allá de la mitad de mis muslos y tenía un escote en “V” no tan profundo que mostraba solo un poco de los bordes de mis pechos. No tenía mangas, pero las tiras anchas cubrían gran parte de mis hombros. Me veía… sexy. En serio, muy sexy. No podía creer que fuera posible.

—¡Wow! —articuló Ash cuando salí del baño—. Más vale que estés preparada porque ese hombre se pondrá duro desde que te vea.

—Dios. ¡No seas grotesca! —reñí. 

—¿Qué? Es cierto. Luces como toda una bomba sexy y el hombre que no se dé cuenta sería un estúpido. Y créeme, Nathan Green no es uno.

Escuchar su nombre me hizo sonrojar. Las altas expectativas que me había planteado Ashlee de él comenzaban a hacer de las suyas con mis nervios. ¿Estaría exagerando?

—Bueno, que ni crea que me iré a la cama con él, por muy atractivo y varonil que sea. No estoy aquí para ligar, vine a una boda, aunque parece que la novia está más interesada en la vida amorosa de su prima que de su boda.

—Soy multifacética, Claire. Tengo tiempo de sobra para atender los asuntos de mi boda y a ti.

No hice ningún comentario, perdería mi tiempo si intentara debatir con ella.


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