Capítulo 7



Ash me despertó en la mañana, abriendo las cortinas sin piedad. El sol entró a raudales a la habitación y mis ojos dolieron. Ella quería detalles de la cita, todos los detalles, pero yo omití un montón de cosas. Le dije que la pasamos bien, que Nathan era un gran tipo y que la comida estuvo deliciosa. Ash me miró de reojo, intuyendo que no decía toda la verdad, pero lo dejó pasar.

—Ve a desayunar y ponte un sexy bañador, hoy es día de playa. —dijo antes de salir de mi habitación. Sí, día de playa, pero nada de sexy bañador. No tenía uno si quiera. Desayuné y volví a mi habitación por una ducha, me había dormido con el vestido azul y mi cuerpo pedía un descanso. Al salir, me puse pantalones cortos, un top negro con una musculosa, cotizas playeras y metí en un bolso una toalla y el bloqueador solar.

—Buenos días, dulce Claire. —me sorprendió Nathan diciendo cuando salimos de la suite.

—Hola, Nat. —sonreí. Se veía sexy. Usaba pantalones caquis, sandalias y una camiseta blanca que se pegaba a sus músculos. Las chicas no escondieron su entusiasmo y se rieron detrás de mí. Junto a él, estaba Caleb y dos hombres más, que seguro eran los acompañantes de las otras damas. Cada chica se unió a su par y comenzamos a caminar por el pasillo.

Una vez en la playa, todas se quitaron los vestidos y se pavonearon sin vergüenza en sus sexys trajes de baños. Claro, todas tenían cuerpos de modelos. ¿Por qué no lo harían?

—Ve por la aventura, dulce Claire. —susurró Nat, sentándose en una silla a mi lado.

—Estoy bien aquí.

—Vamos, déjame ver tu sexy cuerpo mojado por el agua salada.

—Umm, no. 

—Por favor…

—No. A menos que…

—¿Qué?

—Me dejes verte. —Nathan enseguida se tensó y negó con la cabeza—. No es justo, Nathan. 

—No puedo, Claire. Lo siento. —se levantó de la silla y se fue, dejándome totalmente conmocionada.

No lo vi más por el resto del día.

Al final, me metí al agua usando mi top negro y mis pantalones cortos. Había volado diez horas para disfrutar del sol y la playa y no para sentarme en una silla y sentirme desdichada. No le daría ese poder a Nathan Green.

***

Esa noche, las chicas y yo salimos a un bar para celebrar la despedida de soltera de Ash. La pasamos muy bien. Bailamos, bebimos y nos reímos como locas. Tenía tiempo que no me divertía tanto. No, qué digo, nunca lo había hecho. 

Más tarde, nos encontramos en el lobby del hotel con los chicos y subimos a la suite de Caleb para seguir con la fiesta. Nathan no intentó acercarse ni una vez, aunque me estuvo mirando toda la noche como si quisiera quitarme la ropa. No entendía su distanciamiento. Sí, quizás crucé de nuevo la línea, pero él me tuvo desnuda y a su merced y yo quería gozar de los mismos beneficios.

A la medianoche, llevé a Anie y a Marisa a la suite para intentar meterlas en la cama. Ambas estaban muy borrachas y tenían que descansar antes de la boda de Ash, que se celebraría en una playa de Nassau a las diez de la mañana. Las dos me dieron pelea, pero logré que se durmieran sobre la una de la mañana.

 Iba de camino a mi habitación cuando llamaron a la puerta. Pensé que se trataba de Ash con algún tema de nerviosismo pre-boda, pero no era mi prima sino Nathan. Me sorprendió. No pensé que vendría a mi suite después de haberme ignorado toda la noche.

—¿Qué quieres? —espeté con los brazos cruzados.

—A ti, dulce Claire. —sonrió.

—Estás borracho. Mejor vuelve a tu habitación. —lo reprendí.

—Yo no bebo. —respondió con petulancia.

—Vete, Nathan. Tengo que despertarme temprano en la mañana. —insistí. Tenerlo tan cerca, mientras el alcohol seguía en mi sistema, era una mala idea.

—¿Y si despiertas conmigo? —Dio dos pasos al frente que lo situaron a centímetros de mí. Mi corazón se estremeció. Quería besarlo. Deseaba que me tomara de nuevo y que hiciera conmigo todo lo que en su mente se cruzara—. Creo que eso es un sí.

Me cargó en sus brazos como hizo la noche anterior en su suite y me llevó sin problemas por el pasillo hasta la puerta. Maniobró conmigo encima y metió la llave en la ranura. Le pedí que me bajara, pero no quiso, dijo que me quería justo ahí, en sus brazos. Sonreí. Me tenía encantada. 


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