Capítulo 1


 —¿Dama? ¿Quieres que use vestidos a juego y camine con un desconocido mientras todos me miran? —le pregunté a mi prima Ashlee –la novia– mientras hablábamos por Skype. Ella sabía cuán torpe y retraída era yo. No me gustaba ser el centro de atención y mucho menos ponerme vestidos. Me sentía muy a gusto usando Vans, jeans y camisetas holgadas. En cuanto al peinado y maquillaje, peor aún. Tenía tres citas al año en la peluquería y solo porque mamá insistía hasta volverme loca.

—Claire, por favor. —rogó, haciendo mohín tonto con sus labios mientras parpadeaba como si una pestaña hubiera entrado en su ojo.

—¿No puedes decirle a alguien más? —intenté.

—No. La hermana de Caleb será la dama de honor, necesito que alguien de mi familia forme parte de esto, Claire.

—¿Y Gabriela? —mordisqué mi uña pulgar mientras esperaba su reacción.

—¡Tiene doce años! No puedo ponerla junto a Nathan. 

—¿Nathan? —elevé mis cejas.

—Tu acompañante —giró los ojos con fastidio, pero pronto cambió su gesto de desaprobación por uno de decepción—. Hieres mis sentimientos con tu rechazo, Claire. Eres mi mejor amiga. —lloriqueó, haciendo uso de un arma infalible: la manipulación.

—Tú ganas, Ash, pero no me obligues a usar un vestido sexy o tacones altos. —apunté con mi dedo, pero sus gritos de emoción me demostraron que había hecho caso omiso a mi advertencia.

—Perfecto, nos reuniremos el sábado con el diseñador para que tome tus medidas. Pasaré por ti a las nueve. Te amo, Claire. —arrojó besos a la pantalla y se despidió con la mano.

—¿En qué me he metido? —resoplé cuando la llamada finalizó.

Salí de mi habitación y caminé arrastrando los pies hasta la cocina, donde mi madre preparaba el almuerzo. Al ver mi cara de borrego a punto de degollar, sonrió. Decía que era muy melodramática y exagerada y sabía muy bien que lo que fuera que estuviera pasándome no era para tanto.

—Oh, quiero muchas fotos de eso. —bromeó cuando le conté que sería dama en la boda de Ash.

—Dios, agradezco que no estés ahí. —repliqué mientras me dejaba caer en un taburete frente a la isla de la cocina.

Mis padres se habían divorciado cuando tenía siete años, Ashlee era hija de mi tía Alisson, hermana de mi padre, y por eso mamá no estaba en la lista de invitados. Él tampoco iría, se mudó hacía ocho años a Londres y no era el tipo de persona que tomaría un avión para ir a una boda. Si no venía a verme a mí, mucho menos volaría a una isla por Ash. 


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