Capítulo 2



Un mes después, viajaba en primera clase rumbo a las Bahamas, donde se celebraría la boda de mi prima con su atractivo y millonario novio, Caleb Green. El hombre la adoraba, se conocieron de una forma tan cliché como romántica: en un ascensor. El aparato se trabó entre dos pisos y quedaron atrapados por un par de horas dentro, solo los dos. Me había contado la historia al menos cinco veces en los tres años que tenían juntos y siempre lo hacía con una sonrisa.

Sol, playa, cócteles y brisa fresca me esperarían al aterrizar en aquel pedazo de paraíso. Eran mis vacaciones soñadas. Si tan solo pudiera evitar todo eso del vestido, zapatos, peinado y maquillaje… Y, por si fuera poco, estaba todo el asunto del primo de Caleb escoltándome hasta el altar.

El tal Natham era todo un misterio para mí, Ash no quiso soltar prenda, solo me dijo que sin duda notaría que era un Green, por todo eso de los genes compartidos. Ese comentario me estresó aún más, porque en cuestiones de hombres, mi experiencia era casi nula. La única relación significativa que tuve alguna vez fue con Jonas, mi novio de secundaria. En aquel entonces, solo era una chica hormonal con curiosidad y un alto porcentaje de ignorancia. Llegué a creer que una palabra, o un detalle tonto como flores y chocolates, se traducían en amor, pero pronto descubrí que Jonas no solo se metía entre mis piernas.

Desde entonces, mi cuerpo se convirtió en un templo más puro y casto que la catedral de San Pedro. Y no por falta de ofertas, eso nunca faltaba, pero estaba centrada más en mis estudios universitarios que en citas casuales que terminarían en un follón de una noche.

Finalmente, luego de casi nueve horas, el avión aterrizó en Nassau, Bahamas. No fue un mal vuelo, comí y bebí todo lo que quise, vi una película y hasta dormí un par de horas, pero comenzaba a fastidiarme la reclusión. Yo era una persona de espacios libres y no de encierros prolongados.

Cuando obtuve mi equipaje, salí hacia el estacionamiento del aeropuerto, donde me esperaba la comitiva de la boda en una limusina blanca. Sabía de eso, Ash me había enviado el itinerario con dos semanas de anticipación y me llamó un día antes del viaje para asegurarse de que lo había leído, pero igualmente tuve que luchar con el deseo de girar mis ojos. El hombre había demostrado que nadaba en billetes, pagar boletos de primera clase para todos sus invitados era un lujo que no todos se podían dar.

—¡Claire! —gritó mi prima mientras agitaba la mano. Su cabello rubio brillaba con el reflejo del sol y una destellante sonrisa cruzaba su rostro. Esa era Ash, alegre, enérgica y extrovertida. Todo lo que yo no era. Sonreí hacia ella y arrastré mi maleta de ruedas en dirección a la limo. Cuando estuve lo suficiente cerca, se abalanzó sobre mí y me abrazó con fuerza, trasmitiéndome su entusiasmo y emoción—. Bienvenida a las Bahamas. —dijo con voz de anuncio televisivo.

—Gracias, Ash. No esperaba que vinieras a recibirme.

—Claro que lo haría, Claire. Eres mi chica —dijo con un guiño—. Ven, entra, tenemos bebidas y diversión ahí dentro.

La hermana de Caleb, y las dos mejores amigas de Ash, reían cuando entré a la limo. Al verme, me dieron un abrazo grupal que por poco me deja sin aire. Parecían locas adolescentes en su primera fiesta de fraternidad.

Una copa del burbujeante champán terminó en mis manos mientras que el coro de las cuatro chicas diciendo «bebe» retumbaba en el lujoso auto. Incliné ligeramente mi cabeza y me bebí todo el contenido de la copa, provocando los vítores y aplausos del excitado grupo.

—No, eso fue todo. —dije cuando intentaron rellenarlo.

—Vamos, Claire, no seas aguafiestas. —instó Ash.

—Una más. —advertí.

—¡Sí! —gritaron al unísono. Reí divertida por la actitud de las chicas. Lara –la hermana de Caleb– era la mayor de todas y quizás por eso la más alocada. Sonreía tanto que parecía drogada… tal vez lo estaba.

—Dime que trajiste vestidos y sandalias en tu maleta. —preguntó mi prima, mirando mi atuendo con desaprobación. No intentaba menospreciarme delante de sus amigas, solo era Ash siendo Ash.

Miré al grupo y me di cuenta de que todas usaban vestidos florales con escote corazón y sandalias romanas a juego. ¿Era una jodida broma? ¿En serio se uniformaron para la ocasión? Ay, no. No sería parte de esa payasada.

—Traje sandalias y pantalones cortos —respondí con acidez. La imagen del vestido amarillo perico que me probé en la boutique un mes atrás seguía torturándome lo suficiente para despreciar eso de los vestidos de flores a juego. Todas dejaron de reírse, fijando sus ojos hacia mí. ¿Qué hice? Mierda. Sabía que esto sería una mala idea—. Lo siento, Ash, pero sabes que no uso vestidos.

—Sí, lo entiendo. —La tristeza en su mirada me hizo sentir como la mierda. ¿En serio la haría desdichada antes de su boda de ensueño?

—Bien, compraré un vestido de flores y sandalias como esas. —dije con un resoplido.

—¡Cambio de ruta! Iremos al centro comercial. —le grito Ash al chófer.

Genial. Me acabo de convertir en su proyecto de Extreme Makeover.


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Comentarios

  1. Me gusto estos dos capítulos quede intrigada de saber que le tienen preparado la prima y sus amigas,muy buenos capítulos te enganchas de imediato.

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  2. No puedes dejarme así con la intriga, muy buenos y te atrapa enseguida.

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  3. Interesante los dos capítulos leídos además que comparto lo mismo de no usar vestidos

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